Todas, le gustaban todas.
Era tal el ansia de tenerlas
reunidas a su lado,
que no era consciente de que, a cada una que tocaba,
le iba robando un trozo del alma...
No le importaba que ellas fueran desvaneciéndose,
perdiendo sus colores,
ávidas de recibir una mirada suya...
No discernía cual le gustaba mas,
lo suyo era tenerlas todas,
y todas le parecían bellas...
Le era tan indiferente,
que, al final, el polvillo de todas sus alas,
acabó impregnado entre sus dedos,
incapaz de saber a quien pertenecía cada matiz.
-marian tarazona-