Como un corazón
aguijoneado en el centro,
en esas nervaduras
por las que un lejano día
corrió savia alegre,
bombeando desbocado...
Así quedó, muda la hoja,
con sus silencios rotos,
hundida en abismos
de ninfas soñolientas,
mirando al cielo, soñando,
esperando...
-marian tarazona-