Y ahí estaba la luna,
una noche más.
Ella, o lo que
quedaba
de su reflejo,
esperando un beso,
una palabra,
un suspiro...
una y otra noche.
Pero solo escuchaba
el croar de una rana.
-marian tarazona-
Y ahí estaba la luna,
una noche más.
Ella, o lo que
quedaba
de su reflejo,
esperando un beso,
una palabra,
un suspiro...
una y otra noche.
Pero solo escuchaba
el croar de una rana.
a la que un día
quise,
a pesar de sus
olvidos.
La recuerdo tal y
como se mostraba
antes de que se
convirtiera en ceniza.
Y, a pesar del daño
sufrido por las
deslealtades,
no reniego de ninguno
de mis amores,
de mis amigos, de mis
amigas,
ni reniego de mis
heridas.
Porque se han quedado
marcadas en mi
piel,
y, por lo tanto,
son mías.