Y en cada ala traía escrito un mensaje.
Aquella primera mariposa,
presagio de futuros llenos de dichas,
había ido llenando sus enveses de vivencias,
había perdido lustre, viveza,
había vivido, y en cada zarpazo,
aprendido una lección,
pero también traía nuevos colores,
nuevos trazos escritos día a día.
Hoy, años después, volvía,
el mensaje de sus alas era explícito,
la vida hay que vivirla,
hay que ir llenándola de letras,
de colores,
no quieras ser un folio en blanco.
-marian tarazona-